¿La transmisión energética no es suficiente para distribuir energía eléctrica?
Pareciera que mientras más indagamos sobre la transmisión y distribución de la energía eléctrica, más preguntas se abren paso en nuestra mente.
En el artículo anterior hablamos sobre la transmisión energética a través de las líneas eléctricas, el medio de transporte de la electricidad que permite que esta llegue a los centros en dónde será distribuida.
Pero…
¿Por qué esta transmisión energética no llega directamente al consumidor final, y debe pasar a otro centro eléctrico?
Ya sabemos que la transmisión energética se caracteriza por sus altos voltajes que pueden superar incluso los 500 Kv.
La alta tensión presente en la transmisión eléctrica es casi imposible de controlar (además de muy peligrosa) en el uso cotidiano, por lo cual luego de ser transmitida, esta tensión se aloja en un centro especial que condensa la energía, y permite regular el voltaje.
Es decir, transforma las cargas y las adapta para su posterior uso doméstico o industrial.
A esta etapa se le conoce como distribución eléctrica, y es la última fase del suministro de carga energética.
Y es que la distribución eléctrica es la responsable de que podamos disfrutar del servicio en nuestros hogares, lugares de trabajo y sitios públicos; por lo que nos hemos propuesto hacer un artículo especial sólo para ella.
Así que sigue leyendo, porque a continuación aprenderás cuál es el proceso detrás de cómo se distribuye la energía eléctrica.
Luego de transmitir la energía a través de los conductores, las líneas de transmisión envían estas cargas de alta tensión a los centros de distribución energéticos.
En estas estaciones, la electricidad se transforma, dando lugar a cargas más estables (y manejables) de energía que serán suministradas a los hogares, comercios e industrias.
Es así como a este proceso, se le conoce como distribución eléctrica.
Su objetivo es claro: Transformar la electricidad generada desde las centrales eléctricas, a todos los lugares donde se requiera de una forma segura y confiable
De esta forma, se posiciona como la última fase del sistema de carga eléctrica, y da pie al uso de la electricidad por parte de los usuarios.
Ahora bien ¿cómo es posible que tengamos servicio eléctrico?
Puede que se vea algo complejo, pero realmente es algo sencillo.
Lo primero que debemos tener en cuenta, es que el proceso de distribución comienza en las plantas generadoras. En dichas plantas, se produce electricidad a partir de diferentes fuentes como: combustibles fósiles, energía nuclear o renovable como solar y eólica.
Cuando ya ha sido generada, la electricidad se transporta a través de una red de cables y líneas de transmisión a alta tensión que abarcan largas distancias (una fase que ya hemos explicado detalladamente en el artículo anterior)
Una vez que llega a las áreas urbanas y rurales, la energía eléctrica se somete a un importante proceso llamado distribución primaria.
En la distribución primaria, se reduce el voltaje para adaptarlo al consumo doméstico o industrial, y luego se dirige hacia subestaciones más cercanas a los consumidores finales.
No podemos olvidar que usualmente, el voltaje de carga durante la distribución primaria es de 13.2kV a 44 Kv, una enorme diferencia a los 500 Kv de la transmisión inicial.
Después de esta fase, le toca el turno a la distribución secundaria, siendo el siguiente paso del proceso eléctrico.
En la distribución secundaria, la electricidad ya ha sido transformada en un voltaje seguro para su uso en hogares y empresas. Por ende, se utiliza una red más pequeña compuesta por postes, cables subterráneos y transformadores para llevar la electricidad desde las subestaciones hasta los puntos finales.
Cabe acotar que además del tendido físico de cables y redes eléctricas, también existen sistemas informáticos avanzados que controlan y monitorean tanto el flujo como la calidad de la energía eléctrica durante todo este proceso.
Es así como estos sistemas garantizan una entrega estable y segura de electricidad a todos los usuarios que lo requieran.
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